![rw-book-cover](https://m.media-amazon.com/images/I/81cCr3flRKL._SY160.jpg) --- > Hizo bien el escritor en pensar en mí como ariete para romper la barrera del público habitual; porque no me interesa el fútbol –salvo como escuela neoliberal de contabilidad creativa– y, sin embargo, me fascinan las historias de paisajes futboleros que van pasando por las páginas que siguen a estas palabras mías, que no son las importantes. - Page 12 - _Note_: In the prologue, by Bob Pop --- > La caña o la cena de después comentando la película o el partido con amigos puede ser sustituida por un posteo –las redes sociales son muchas cosas, pero una de ellas es una respuesta barata y cómoda a un paisaje, unas infraestructuras y un gasto público desmantelados– que en el fondo responde menos a la necesidad de comunicarnos que a la de ahorrar tiempo. El fútbol es también uno de los incontables damnificados por la ofensiva del capitalismo productivista contra nuestra agenda. En esta era del "no me da la vida" que hace de cada jornada un achique de agua eterno, somos modernos Sísifos que ya no suben una roca a la montaña, sino que han sido degradados a cambiarle los cubos de agua a una gotera en bucle. Una hora y media de nuestra atención en exclusiva es más cara ahora que hace diez, 15 o 20 años, y no me refiero solo a su precio en dinero. - Page 18 --- > Este deporte, el de los "once tíos en calzoncillos detrás de un balón", es cultura popular como lo son la música, el humor o la comida. Uno, además, que nos da conceptos tan bonitos como el de "ataque prometedor", definido oficialmente como "una fase del juego caracterizada por su inminencia potencial de cara a la portería contraria". Muchas de esas situaciones, en el campo, van acompañadas de la fe o de su performance: quien no cree, cree en creer. Lo que no suele ocurrir es que alguien te ponga la mano en el hombro para soltarte que de prometedor poco tenía ese ataque. Que no iba a ser gol. No lo hace porque entiende que a ti lo que te da la vida es precisamente la esperanza de que podría llegar a ser gol. El fútbol tiene bastante de un optimismo recalcitrante que no está tan lejos del de empezar o continuar una relación sentimental que uno solo puede confiar en que va a ir o bien o a mejor. - Page 23 --- > La nostalgia es tramposa. Suele partir de un recuerdo idealizado, pero para ser honestos deberíamos darnos cuenta de que si creemos que el mundo de nuestra infancia nos parece mejor que el actual porque no teníamos apenas obligaciones. Entre las contraindicaciones de anclarse al pasado está la de paralizarnos en el presente. Seguramente, echar la vista atrás solo tiene una virtud. Un vistazo furtivo hacia aquellos días puede servirnos para ser leales a nosotros mismos. - Page 24 ---